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Importancia de la actividad física en el síndrome de Down

  • 25/08/2019- Leído 74 veces

Está más que comprobada la importancia del ejercicio físico para mejorar la calidad de vida de todas las personas, pero en el caso de la población con síndrome de Down es una estrategia  aún más necesaria y poderosa para favorecer su salud integral.

Son diversas las características frecuentemente asociadas a esta condición genética: debilidad muscular, hipotonía, cardiopatías y menor capacidad cardiovascular, tendencia al sobrepeso debido al hipotiroidismo y la baja estatura, bajos niveles de vitamina D que pueden derivar en osteoporosis y problemas respiratorios, entre otras, son algunas de las manifestaciones que aumentan el riesgo de padecer determinadas enfermedades.  

Pero revertir esta tendencia es posible, si estimulamos  y apoyamos la práctica sistemática de algún tipo de ejercicio físico o deporte. Sus beneficios son tan claros que, para muchos expertos, es más que una simple recomendación y  llega a ser una “prescripción médica” que se receta para mejorar su salud en general.

Entre los múltiples beneficios de la actividad física están:

  • Mejora la eficacia cardiovascular y disminuye tanto la presión arterial como los riesgos de enfermedades trombo-embólicas.

  • Ayuda a prevenir la obesidad, mejorando el equilibrio calórico.

  • Disminuye los niveles de colesterol “malo” en sangre y los triglicéridos.

  • Aumenta la tolerancia a la glucosa y los niveles de colesterol “bueno” en la sangre.

  • Fortalece el tono y la resistencia muscular.

  • Mejora la coordinación motora y la función pulmonar.

  • Desarrolla contenido mineral en los huesos, contribuyendo a una estructura ósea más resistente.

  • Fomenta aspectos cognitivos como la atención, la concentración y la memoria.

  • Ayuda a disminuir la ansiedad, a controlar los impulsos  y a desarrollar la autoestima, la socialización y la integración, entre otros efectos psicológicos y sociales muy positivos. 

En el caso de las personas con síndrome de Down lo recomendable es comenzar esta práctica, de ser posible, inmediatamente después del nacimiento, con ayuda profesional enmarcada en programas de estimulación temprana y siempre bajo la supervisión que sea necesaria, según la edad del niño.

Asimismo,  antes de iniciar una rutina de ejercicios se sugiere evaluar primero su estado físico por parte de un médico que genere el informe correspondiente y explorar los intereses y preferencias de la persona para que la actividad resulte más motivadora y atractiva.

Fuente: Texto basado en la publicación “Actividad física y síndrome de Down: Una estrategia poderosa para mejorar la salud”, de Fundadown Venezuela.


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